Si a veces crees que te falta el aire, o tienes sudores, temblores, opresión en el pecho, palpitaciones, sensación de mareo, frío o calor repentinos, sientes hormigueo en las manos o tienes miedo de perder el control…es posible que estés sufriendo un ataque de pánico (o ataque de ansiedad).
Puede que lo que te ocurra es que experimentas un malestar muy intenso ante cualquier situación social en la que te ves expuesto a los demás, tienes miedo a ser observado, juzgado, que te humillen o verte rechazado, lo que te acaba llevando a evitar este tipo de situaciones (dar una conferencia, reuniones sociales, conversaciones con personas extrañas o poco conocidas) y esto está limitando tu vida.
Quizá sientes un miedo muy elevado ante ciertos estímulos, como volar, algunos animales, la sangre, el metro…, que no te deja llevar una vida normal. Tienes una “fobia” y suelen ser la causa de una disminución significativa en la calidad de vida de la persona, pues es bastante habitual que el miedo a un estímulo concreto, como el autobús, se acabe extendiendo a otros transportes, como el metro, el barco, el avión o el coche, con la que la limitación inicial cada vez es mayor si no ponemos remedio.
Si lo que sientes es una inquietud casi constante, fatiga, dificultad para concentrarte, irritabilidad, tensión muscular o problemas de sueño, también estamos ante un problema de ansiedad, muy molesto y descorazonador para quien lo sufre y sus familiares, por lo que hay que ponerlo en manos de profesionales cuanto antes.